Entrega final.

Para este último trabajo, hemos necesitado mucho más tiempo que para los que veníamos haciendo durante todo el cuatrimestre, ya que ha habido que manejar muchos datos diferentes, según iban surgiendo a medida que se avanzaba en la propuesta.

Dijo Pedro en nuestra última clase algo así como: “eso de tener una idea de repente no tiene sentido… ¿cómo que tienes una idea?”.

El concepto “idea” está generalizado como “solución”, y está totalmente equivocado; para llegar a una solución, hay que pasar primero por un camino muy largo, que consiste en observar y experimentar con el dibujo, con las formas, con materiales y con el entorno que rodea a una futura propuesta. Ahí es entonces cuando surge esa “idea”, y se comienza a trabajar sobre ella, no sin antes haber elegido la idónea entre muchas posibles.

A continuación, una recopilación del trabajo realizado durante las últimas semanas y la propuesta final:

Mis dibujos han sido realizados principalmente en planta, centrándome en el contexto del museo, para así ir extrayendo conclusiones. Después de hacer unos cuantos dibujos esquemáticos de la planta, me di cuenta de que ésta tenía un núcleo muy condensado, como el centro histórico de las ciudades antiguas, y que a medida que aumentaba el radio desde ese centro o núcleo, los pequeños elementos que lo conformaban se iban transformando en piezas mucho más grandes y expandidas hacia todos los lados. Lo primero que se me vino a la cabeza fue un remolino, una espiral cuyas curvas van siendo cada vez más anchas y con mayor separación entre ellas. Se pueden encontrar muchísimos ejemplos en la naturaleza, en los cuales me he basado desde el principio.

referencias

Para tener un poco la idea de lo que quería hacer, con un alambre planteé mi intención en la plaza donde se iba a colocar después la propuesta, y después traté de darle mayor volumen utilizando otro material, como idea conceptual para aclararme:

 
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Después hice otros dibujos en planta y alzado que me sirvieron mucho para entenderme a mí misma sobre qué era exactamente lo que quería hacer, e intenté compaginar las formas rectas y ortogonales con las curvas y sinuosas, que después añadí en otra maqueta:

 
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IGF propuesta 2

IGF propuesta

IGF maqueta 3

planta

Al no convencerme demasiado, volví atrás, a las referencias en las que me había basado, y busqué más datos dentro de mi trabajo de meses pasados. Después de ver los dibujos que había hecho sobre mis recuerdos del interior del Guggenheim y sobre la planta de forma esquemática, comprendí que a mi propuesta le sobraba el tema de las piezas ortogonales, y que simplemente esa plaza lo que pedía eran como unos brazos que atrajera a la gente a su interior. La altura no importa demasiado aquí, puesto que el objeto va a ser todo curvas, que vayan subiendo y bajando, creando un desnivel.

Así pues, decidí que la concavidad y la convexidad iban a marcar la forma de mi propuesta, e intenté compaginar esto con esa forma espiral, algo que fue muy fácil, ya que una espiral siempre tiende hacia un centro. También busqué un diálogo entre la plaza y la zona colindante, que guarda cierto desnivel con la primera, transformándolo en una rampa en vez dejar un corte tan exagerado.

Con todos estos puntos claros, ya solo quedaba trabajar!

Opté por crear una serie de piezas idénticas, en distintos tamaños, e irlas uniendo entre sí de manera que todas estuvieran unidas por un extremo, y colocadas de menor a mayor longitud. Después, cada pieza idéntica se transforma en una distinta con la ayuda del plegado, para darle esa forma curva que buscaba, y que le da al artefacto un aspecto mucho más dinámico, que es a la vez acogedor, que te invita a a entrar, pero a su vez abierto, en contacto con el entorno. Esa es la función de estos «brazos», que te atraen hacia el núcleo del objeto, jugando con el desnivel para recoger a las personas desde cualquier parte.

 
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CONCLUSIÓN.

En general, esta asignatura ha sido sorpresa tras sorpresa durante todo el año, desde que comenzamos con DAI I. Aún recuerdo cuando los primeros días se nos mostraba en la pizarra imágenes que compañeros nuestros de otros años habían hecho, y todos nos quedábamos impactados, como pensando: ¿podré hacer yo eso también? Y ya cuando llegó diciembre parecía que no podíamos sorprendernos más… pero no fue así. La verdad es que había avanzado bastante, había aprendido a soltar la mano y a dibujar con más o menos soltura, sin aferrarme a la realidad como tal, a dibujar como un arquitecto…pero tampoco tenía mucha idea de para qué hacíamos todo eso. “¡Figura y fondo a la vez!” o ¡separaos para ver lo que estáis haciendo!” “¡Madejas de líneas!” eran frases que yo ya llevaba escritas casi con sangre pero cuyo significado no había logrado aplicar todavía a la arquitectura. Hasta que comenzamos el segundo cuatrimestre, donde todo comenzó a cobrar sentido. Los fondos generativos, la visión del espacio como un lugar plano del que luego surgirían otras figuras completamente distintas, las madejas y madejas y más madejas de líneas que te salen sin querer cuando te pasas mucho tiempo pensando en qué narices hacer…Todo eso lo he aprendido durante estos últimos meses. Que hacer 24 apuntes a lo Giacometti no era porque sí, ni tampoco los collages con cartulinas y las composiciones sobre los cuadros de Matisse. Todo ha cobrado sentido, y sobre todo, utilidad.

 Es por eso que hemos dado un salto muy grande sin apenas darnos cuenta…de repente  estábamos fabricado artefactos tridimensionales habitables a partir de un dibujo del aula, y tan tranquilos. Nos hemos sentido pequeños Picassos dibujando a nuestros compañeros con el chunky y la barra conté, y sin ningún problema le hemos sacado el máximo partido a un cuadro de Duchamp, consiguiendo crear lugares que tengan la capacidad de acoger. Esta ha sido una de las pruebas más flagrantes de que a uno no se le enciende la bombillita sin más, que una idea es el resultado de un proceso más o menos largo, y muy intenso, y que ésta aparece después de haber estado metiéndote en el asunto, remangándote y probando, quitando, moviendo, basándote en ejemplos que ya existen, ya sea en el arte o en la misma realidad.

La valoración de mi aprendizaje durante el curso la considero positiva, aunque todo siempre es susceptible de ser mejorado. Todo lo que he aprendido lo considero útil y favorecedor para mi futuro, porque además no ha sido un aprendizaje típico, como en otras asignaturas que es estudiar y punto. Aquí, además de aprender de mis profesores, he aprendido de mi misma y de los demás, y creo que eso es mucho más valioso.

Y, por último, un resumen de todo el curso y del último trabajo:
matriz

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